El nuevo marco legal incorpora cambios muy relevantes que potencian en profundidad la competencia del sector financiero.
El Congreso aprobó esta semana la llamada Ley Fintech, que además de dotar de un marco regulatorio a una industria que, siendo relativamente nueva, es ya significativamente pujante a nivel mundial, regional y nacional, incorpora cambios muy relevantes que potencian en profundidad la competencia del sector financiero. El concepto de finanzas abiertas permitirá a los ciudadanos, de realizarse adecuadamente el proceso de reglamentos que comienza ahora, usar sus datos financieros para conseguir las mejores opciones en seguros, créditos y todo tipo de productos de esta área.
Aunque las convulsiones del 18-O, y luego los efectos de la pandemia, ralentizaron en alguna medida su tramitación, la Ley Fintech llegó a buen puerto en forma rápida, iniciando su trayecto legislativo bajo el Gobierno anterior y con el decidido impulso del actual. En buena hora. Con ello Chile se pone a la par de importantes economías de la región que ya cuentan con marcos similares, como México, Brasil y Colombia.
El gran potencial, y por ende la gran promesa, de esta industria es convertirse en una nueva y poderosa vía de inclusión financiera, y de esa forma, en un motor de movilidad social y progreso para un importante universo de empresas y personas que, por distintos motivos, aún no aprovechan las ventajas de estar plenamente incorporadas al sistema financiero. La experiencia en regiones como Asia y África es aleccionadora a ese respecto, por lo que contar con un marco de reglas en esta materia es un primer paso estratégico hacia realizar dicho potencial de desarrollo.
Con todo, la economía digital es un ecosistema en extremo complejo y, por cierto, siempre en evolución y constante cambio, como la reciente pandemia puso en evidencia. Comprenderla es un proceso aún en curso y con más razón lo es fijar normas sensatas y productivas. Si no se abordan con inteligencia otros aspectos clave -como la protección de datos y la ciberseguridad, por ejemplo-, avances como la Ley Fintech no bastarán para que el país saque provecho de las oportunidades que abre la nueva economía. Así, aunque bienvenido, este paso debe ser sólo el primero de muchos más.