
Global66, la fintech de remesas chilenas, está decidida a ser grande. Y así queda claro en sus Global Weeks, una actividad que aún sigue en desarrollo en un resort en Punta Cana. Ahí la compañía llevó a sus cerca de 300 empleados por dos semanas y convirtió el salón de eventos del hotel en su oficina temporal.
A las 8 de la mañana el “búnker” se empieza a llenar con los miembros de la “tribu” —como les gusta llamar a su equipo en la compañía—, que con sus computadores se conectan al trabajo. Algunos conocen por primera vez a compañeros que trabajan en los otros países donde operan. “Saldremos de acá con cinco o seis proyectos nuevos”, aseguran en la compañía. Y eso, afirman, pagará el viaje.
Todo empezó en 2012. Hasta ese año Tomás Bercovich y Cristóbal Forno no se conocían, aunque ambos se habían dedicado a invertir y crear empresas. El primero, a través de una startup que recomendaba descuentos en entradas al cine (Cuponatic); el segundo, mediante Capitaria, un bróker de inversiones en dólares. Sus caminos se cruzaron en la U. de Columbia, donde estudiaron en el mismo programa de emprendimiento que duró un año. Se hicieron amigos y comenzaron a pensar cómo podían revolucionar la industria financiera en Chile. Eso motivó a Bercovich a vender parte de Cuponatic a un grupo sueco para invertir en Capitaria y sumarse a su directorio.
Un viaje a Londres a fines de 2015 convenció a Forno de que la tecnología podía revolucionar la industria. A la vuelta convenció al ingeniero industrial para que se trasladaran juntos a Inglaterra por dos años para aprender del negocio. Fue la génesis de Global66.
Un continente no bancarizado
“La industria financiera no había tenido una irrupción en los últimos 70 años. A través de la tecnología se le puede dar acceso mucho más fácil a las personas, se pueden reducir fricciones, se pueden bajar costos, se puede dar una mejor experiencia”, dice Bercovich. El ahora CEO de la compañía ilustra el problema que detectaron con un dato: mientras que en Estados Unidos para 330 millones de personas hay más de 5 mil bancos, en Latinoamérica para 660 millones de personas hay menos de 300. “Más o menos la mitad de la población del continente no está bancarizada o está sub bancarizada”, advierte. Y añade: “Hay poca competencia, cobran más o menos lo que quieren y la industria está llena de costos ocultos”.
Así, en 2018 empezaron con su proyecto piloto (Transferencias Perú), en que de forma prácticamente manual operaban remesas desde Chile a dicho país. “Decidimos partir por transferencias internacionales porque vimos que había un gran dolor en Latinoamérica”, explica Bercovich.
El formato fue exitoso y fue la base de Global66, lanzada en diciembre de ese año.
Desde entonces, la fintech trabaja para ser un “neo banco”, apostando por diversificar su producto y no basarse solo en las remesas, aunque sigue siendo su principal activo.
Entre sus productos también está la posibilidad de acceder a una tarjeta, ya sea física o digital, conectada a todas las divisas de la cuenta o al pago por QR en Argentina y Brasil. También han puesto foco en las compañías con la creación de una plataforma que les permite realizar pagos masivos a más de 70 destinos.
Hoy Global66 ya cuenta con 3,49 millones de usuarios y superó los US$ 6.200 millones en su histórico transaccionado; la mitad se ha hecho en el último año. Operan en seis países —Chile, Colombia, Perú, México, Argentina y Ecuador— y ha tenido el respaldo financiero de inversionistas por más de US$ 20 millones.
Uno de los principales desafíos ha sido la construcción de confianza con los clientes, dada la reputación que tienen los bancos tradicionales. “Construir confianza con los clientes, sobre todo en la industria financiera, toma décadas. Lo que hemos tratado en Global es hacer todo lo necesario para construir esa confianza con los clientes. Y eso parte por hacer las cosas by the book. Y, probablemente hoy en día, Global66 es la fintech con más regulaciones en la región”, asegura el CEO.
También la rápida irrupción no fue del todo positiva para la empresa, reconoce el propio Bercovich. Y es que después de la pandemia se dieron cuenta de que la compañía había tenido un crecimiento inorgánico que estaba ralentizando los procesos al hacerlos más “burocráticos”, habían pasado de 40 a más de 300 empleados, en un momento en que necesitaban rapidez en la toma decisiones. Aunque fue difícil, se optó por reestructurar los equipos y hubo despidos para retomar el rumbo.
“Todavía las fintech no somos nadie, tenemos el 5% de participación. Todavía la torta se la están llevando en gran medida los incumbentes”, dice sobre el futuro de la empresa.
Convertirse en “IA first”
Sentido de pertenencia y ganas de hacer cosas nuevas son algunas de las frases más repetidas entre quienes trabajan en Global66 y que están en Punta Cana. Emociones que la empresa busca fomentar con instancias como “Co-founders”, en donde cada año reconocen a tres personas por su trayectoria, quienes pasan a formar parte de un grupo junto a los que empezaron la compañía.
“Nosotros creemos mucho en traer talento joven y, digamos, entrenarlo, enseñarlo y proyectarlo en la compañía. En 10 años, lo más probable es que quien dirija la compañía no sea yo ni Cristóbal... va a ser esta generación de jóvenes”, explica Bercovich. Por eso instancias como las Global Weeks son consideradas estratégicas, pese a su alto costo.
Ahora, el proyecto más ambicioso es convertirse en una empresa “AI First”, es decir, que todos sus procesos pasen por inteligencia artificial para acelerar el lanzamiento de nuevos productos. Una apuesta que este año tuvo un hito con “Clara”, el bot que se encarga del primer contacto en la atención con clientes.
Aún así, ha tenido sus dificultades, como el día que “Clara alucinó”, en palabras de los encargados de ella. En una oportunidad, la IA negoció por su cuenta un contrato con un creador de contenidos que había contactado a Global66 e incluso concertó una reunión con él.
Se hicieron los ajustes y la compañía sigue apostando por ella. Además, organizó este año una competencia interna entre sus equipos para que todos propusieran proyectos de IA que pudieran facilitar sus labores, los cuales los mejores fueron premiados en una ceremonia en Punta Cana. En la misma línea se hizo un concurso para estudiantes universitarios.
“Tener más productos y mayor alcance de este ecosistema. En cuanto a tecnología, tener IA en cada parte de nuestra cadena de producción: en la gestión de requerimientos, en el coding, en las pruebas, en todo”, dice Maurizio Oneto, jefe de Tecnología sobre cómo se imagina el futuro de la empresa en cinco años.
¿Cuántas de dichas metas será cumplir Global 66? Es una pregunta que está abierta, pero lo que quedó claro en Punta Cana es que la fintech está decidida a apostar alto.