Exclusivo: BID plantea sandbox regional ante auge de innovación en Latam y el Caribe

Autor:
Fabiola Seminario

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) está planteando la construcción de un Sandbox Regulatorio Multijurisdiccional, como una ruta para abordar la cooperación y que permita a los reguladores participantes compartir información, conocer mejor los ecosistemas locales y de los vecinos, e incluso, tomar acciones conjuntas de supervisión para emprendimientos que operan en varios países de la región.

América Latina se podría beneficiar de compartir un mercado único digital fintech en los próximos años, apuntan desde el BID. Y para ello, el organismo plantea sentar las bases de un espacio de colaboración regional, que involucre a reguladores y emprendedores, e incentive la escalabilidad de nuevos modelos de negocio.

En primera instancia, se quiere establecer un espacio de diálogo entre las fintech, el sector financiero tradicional y los organismos de supervisión, donde los actores puedan comunicarse con sus interlocutores de una o varias naciones a la vez.

Según este modelo, cada país mantiene su competencia para supervisar a las empresas localmente, pero el ambiente compartido genera oportunidades de escalar pactos internacionales (generalmente no vinculantes), con el objetivo de desarrollar sandboxes y hubs inspeccionados desde diferentes jurisdicciones.

Diego Herrera, especialista líder en mercados financieros del BID, conversó con iupana sobre la propuesta de un arenero para Latam, los retos de su implementación y los desafíos de un mercado único digital, entre otros temas.

Esta entrevista ha sido editada y recortada por motivos de comprensión y extensión.

iupana: ¿Cuál es el panorama actual de las regulaciones de sandbox en los países de América Latina?

Diego Herrera, BID: Actualmente, hay cuatro modelos regulados y vigentes en la región, de los cuales, tres países tienen sandboxes operativos (México, Brasil y Colombia). Nosotros vamos a estar publicando, en el próximo mes, un documento que se llama Hacia la Creación de un Sandbox Regulatorio Multijurisdiccional en América Latina y el Caribe.

La idea nace de poder generar una puerta de entrada única, regulada, formalmente establecida y conocida, a través de la cual entrarán las fintech, pero también los innovadores de la industria financiera tradicional, a establecer un diálogo no con uno, sino con varios organismos de supervisión de dos o más jurisdicciones.

i: ¿Cuál es el propósito de la propuesta?

DH: Hay un modelo de prueba multijurisdiccional que está actualmente funcionando en el mundo que es el de GFIN (Global Financial Innovation Network), liderado por el FCA (Financial Conduct Authority) del Reino Unido, y que está enfocado en pruebas transfronterizas, y que funciona como una puerta de entrada única.

Pero hay algo muy particular: si bien da acceso a varias jurisdicciones, cada una de sus jurisdicciones funciona con su normatividad interna; es decir, no hay una aplicación transfronteriza de la ley y cada jurisdicción puede imponer sus normas para que realicen las pruebas del sandbox regulatorio multijurisdiccional. Un principio similar podría aplicar a los países de América Latina.

Lo que proponemos en el texto es que hay una serie de niveles que uno tiene que pasar para poder llegar a tener un sandbox o un hub de innovación multijurisdiccional.

El núcleo de todo es que se aplica una supervisión local de los países bajo el marco de un acuerdo transfronterizo -que típicamente es un memorando de entendimiento- y que permite que esa puerta única permita el acceso a varias otras puertas, para hacer pruebas (sandbox) o establecer un diálogo transfronterizo con varias jurisdicciones (hub de innovación).

i: ¿Cuál es el producto final tras llegar a un acuerdo de supervisión transfronteriza?

DH: Si es un sandbox, las plataformas pueden probar sus innovaciones en dos o más países. O, si es un hub de innovación, las plataformas puedan tener diálogo con un país individualmente o con todos los países, dependiendo de las normas que se establezcan en el diálogo.

Todo se basa en una gobernanza que no necesariamente es vinculante.

i: ¿Cuáles serían los primeros pasos a dar para establecer este arenero compartido?

DH: Desde un nivel inicial, hay unos acuerdos supranacionales de regulación que tienen unos principios, y todas las regulaciones de la región tienen esos principios.

Luego, están las regulaciones locales, que las vigilan los supervisores locales. Más adelante, está la práctica de supervisión, donde cada jurisdicción sabe cómo atender a sus supervisados y sabe cómo ejecutar la supervisión de sus entidades financieras.

Después, hay acuerdos transfronterizos, a través de memorandos de entendimiento no vinculantes que firman las partes, en donde se acuerda compartir información, e inclusive hacer acciones conjuntas de supervisión para empresas que actúan en dos o más países. Luego de haber firmado el acuerdo, se puede aplicar la supervisión transfronteriza.

Lo que sucedería para un sandbox o un hub de innovación transfronterizo multijurisdiccional es que, se establezca en ese acuerdo cuáles son las condiciones para que las plataformas o los innovadores puedan acceder a esa puerta única, conocida y regulada: el tipo, cantidad y calidad de información que se va a compartir entre las jurisdicciones; cuáles son los niveles de autoridad dentro de la herramienta de supervisión transfronteriza, y así sucesivamente.

Al final, hay una serie de acuerdos que se deben cumplir, y que permiten que uno pueda golpear a la puerta uno, dos o tres de estos países.

i: ¿Cuál es la mayor dificultad de un marco regulatorio de esta naturaleza?

DH: Lo que es más difícil de hacer, y la evidencia empírica internacional lo demuestra, es poder llegar a armonizar u homogenizar la regulación porque los marcos jurídicos, las estructuras institucionales, los ecosistemas fintech, y los sectores financieros, son muy distintos entre jurisdicciones. Aún entre jurisdicciones vecinas, como Chile con Perú, por ejemplo.

i: ¿Qué instancias deben superarse para poner en práctica una cooperación regional?

DH: Hay varios obstáculos que impiden que haya regulaciones para el tema.

Lo primero que una política pública tiene que resolver, es tener claridad del tamaño y de la composición del ecosistema fintech y de los tipos de innovaciones que tienen los no fintech o los incumbentes. Entender cómo está compuesta su industria fintech, quiénes son los participantes, en qué vertical están, quiénes son los clientes a los que atienden, etc.

Luego hay un segundo paso, que es la capacidad institucional, la cual tiene tres ítems.

El primer ítem es la capacidad o talento humano que tiene cada supervisor. Debe haber gente que está única y exclusivamente dedicada al tema fintech, al hub de innovación y deben tener los conocimientos suficientes, no solo de las verticales, sino de las tecnologías subyacentes que habilitan las innovaciones. Eso implica entrenamiento y capacitación.

El segundo, es la tecnología. En el caso de los hubs de innovación puede ser tan simple como que haya un aparte en la página web de la supervisión financiera donde se especifique en qué consiste un hub de innovación, haya un casillero de entrada para que las plataformas conozcan una persona dentro de la entidad de supervisión que los pueda atender. O puede ser tan complejo como tener una toda una plataforma, en el caso de los sandboxes regulatorios, para hacer pruebas de penetración, de ciberseguridad.

Eso implica una inversión en tecnología que de verdad funcione para el propósito de lo que se quiere hacer. Esa plataforma tecnológica, en el caso de un sandbox, es cara; y en el caso de un hub de innovación, es mucho más barato y alcanzable para una entidad de regulación y vigilancia.

Y el tercer ítem es el tema institucional, que no solo implica una institución que esté respaldando el tema, sino que, debe haber una decisión de país de meterse en el tema fintech; debe haber un área encargada única y exclusivamente del tema fintech en el supervisor financiero; debe haber una regulación que la respalde, y eso implica en muchas de las jurisdicciones cambios legales de orden inferior, pero que crean la posibilidad de que el supervisor pueda meterse de lleno en el tema fintech.

i: La intención a largo plazo es desarrollar un mercado único digital fintech en Latam, ¿cuáles son los principales retos para lograrlo?

DH: Los estudios que hemos hecho en los últimos años con la Universidad de Cambridge y los estudios como BID muestran dos cosas. Lo primero es que los inversionistas y la gente que crea las plataformas van a donde la regulación y el marco institucional funcionan.

Es decir, el capital va a donde hay reglas claras y hay conocimiento pleno de lo que le va a pasar al capital. Eso explica parcialmente porqué los ecosistemas de Brasil y México, que fueron los primeros que regularon todos los temas con fintech, sandbox, crowdfunding, etc., son los ecosistemas más grandes de la región.

La segunda condición es que haya gente dispuesta a innovar, a meter el hombro y a sacar adelante proyectos que van en beneficio del sector financiero.

i: ¿Cuál sería el beneficio de establecer un mercado regional fintech?

DH: Los México y los Brasil del mundo son atractivos porque, con la misma inversión, usted puede llegar a millones de personas.

Y, si se piensa en países como los centroamericanos con poblaciones de 5 millones de habitantes, y otros que tienen poblaciones de 15 y 20 millones de habitantes, si se suman todos, tenemos poblaciones lo suficientemente grandes para generar escala, y ello es absolutamente beneficioso para todos.

Lo mismo pasa con los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), que si crean un mercado regional pues van a tener beneficios mucho más grandes en términos de inclusión financiera.

Uno esperaría que grupo subregionales caminen hacia ese objetivo.

De hecho, estamos empezando a trabajar en temas fintech con la Alianza, y muy pronto ellos harán un anuncio al respecto.