
En el factoring, una empresa cede sus facturas por cobrar a una entidad financiera que le entrega el dinero de forma anticipada, asumiendo el riesgo de pago. En el BNPL, un comercio recibe el pago inmediato por una venta, mientras el consumidor paga en cuotas posteriores, y el riesgo lo asume la fintech o entidad que financia la operación. Aunque uno opera en el ámbito del usuario y el otro en el empresarial, ambos modelos buscan lo mismo: mejorar el flujo de caja: BNPL, para comercios que quieren vender más y consumidores que buscan flexibilidad de pago; El factoring lo hace para empresas que venden a crédito.
¿Por qué es bueno la flexibilidad de pagos?
La flexibilidad de pagos es clave porque permite a las personas y empresas organizar mejor sus finanzas, adaptarse a ciclos de ingresos variables y evitar sobreendeudarse. En el caso de los consumidores, pagar en cuotas sin intereses o con condiciones claras les da margen para acceder a bienes o servicios sin comprometer su estabilidad financiera. Para los comercios, ofrecer esta opción puede traducirse en mayores ventas y fidelización de clientes. En ambos casos, se trata de una herramienta que mejora la experiencia financiera y promueve decisiones más responsables.
De esta forma, Experian Chile señala unas precisiones importantes de estas dos modalidades de financiamiento:
Recomendaciones y precisiones:
“Hoy más que nunca, las empresas necesitan herramientas que les permitan adaptarse a un entorno cambiante. El uso estratégico de soluciones como el factoring y el BNPL no solo mejora su liquidez, sino que también fortalece su perfil crediticio y su capacidad de crecimiento”, Ingrid Barahona, Chief de Data Experian Chile.