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El crédito que no llega: por qué las fintech podrían ser el salvavidas de las pymes para lograr acceder al esquivo financiamiento
Mientras la banca mantiene criterios rígidos y se retrasa el inicio del sistema de finanzas abiertas, las fintech comienzan a llenar el vacío de financiamiento que enfrentan los emprendedores tradicionales, para quienes conseguir un préstamo es una misión casi imposible.
December 4, 2025
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El Mercurio

La fotografía del emprendimiento en Chile refleja una paradoja: en un país que celebra su cultura emprendedora, miles de pequeños negocios operan todos los meses al borde de su capacidad. Según el estudio Radar Emprendedor G100, el 52% de los emprendedores declara que su negocio “funciona con dificultades”, y apenas un 9% ha conseguido apoyo económico de una entidad financiera. El financiamiento formal, lejos de convertirse en un motor de crecimiento, aparece como un privilegio al que pocos logran acceder.

Esa brecha, que se ha mantenido durante años, es el punto exacto donde las fintech han empezado a ganar terreno. Mientras la banca sigue evaluando riesgo con metodologías que privilegian la estabilidad y balances perfectos, las plataformas tecnológicas están desarrollando modelos capaces de leer el pulso de los negocios de una manera multidimensional: su flujo, sus ventas, la recurrencia de sus clientes, su comportamiento de pago. Ahí donde el sistema tradicional ve un solicitante riesgoso o incompleto, a través de la tecnología, las fintech detectan patrones útiles y señales de continuidad económica.

José Gabriel Carrasco, presidente de FinteChile, lo plantea sin ambigüedades: la banca lleva demasiado tiempo mirando a las pymes bajo parámetros que no conversan con su funcionamiento cotidiano. “En Chile hay oportunidades enormes en financiamiento pyme porque la banca las ha dejado de lado”, afirma. Y esa desconexión, añade, se ve amplificada por el retraso en la implementación del Sistema de Finanzas Abiertas (SFA), un mecanismo que promete que bancos y fintech puedan evaluar a los clientes con los mismos datos. Su postergación hasta 2027 “solo le hace daño a las pymes”, asegura, porque aplaza una oportunidad de equilibrar la cancha en un mercado históricamente concentrado.

En ese mismo punto, Sebastián Kreis, CEO y cofundador de Xepelin, añade una preocupación que va más allá del calendario regulatorio. Asegura que el retraso ya tiene costos concretos para el país. “La discusión no debería ser si implementamos finanzas abiertas en 2026 o 2027. Ya estamos tarde. La pregunta es si queremos que Chile compita o se quede atrás”, afirma. Su lectura subraya que países con sistemas de pagos interoperables y crédito digitalizado están avanzando más rápido, y que cada año de postergación profundiza la distancia entre el dinamismo que necesitan las pymes y la velocidad con que opera la infraestructura financiera local.

Pero ese vacío no solo se observa desde la industria financiera. Jorge Welch, presidente de la Asociación de Emprendedores de Chile (Asech), lo ve reflejado directamente en el comportamiento de los emprendedores. Para él, basta con mirar el tamaño de la industria del factoring (mecanismo en el que una empresa vende sus facturas por cobrar a un tercero para obtener liquidez inmediata, en lugar de esperar el pago de sus clientes) en Chile para dimensionar la exclusión: “Eso te da una indicación clara de que hay segmentos que la banca no está atendiendo”.

Muchos emprendedores, explica, recurren a mecanismos alternativos no porque los prefieran, sino porque no tienen otra opción. El sistema tradicional sigue ofreciendo casi los mismos productos —créditos con garantía, líneas formales y procesos lentos— en un país donde la mayoría de las pymes opera con flujos irregulares, ciclos estacionales y sin balances estructurados. “Un solo protesto puede cerrar la puerta del crédito”, advierte Welch, incluso cuando la empresa mantiene ventas constantes y clientes que pagan.

Kreis recuerda que “el crédito de corto plazo en Chile no ha cambiado en diez años”. La falta de un pagaré digital, la ausencia de sistemas interoperables de pago y regulaciones que mantienen barreras de entrada para nuevos actores han ralentizado la evolución del financiamiento empresarial, argumenta. Explica que una fintech puede procesar miles de señales para entender cómo opera una empresa en tiempo real, pero la banca sigue exigiendo estados financieros anuales que muchas pymes, simplemente, no tienen.

Un diagnóstico que se repite: el financiamiento sigue siendo la principal barrera para emprender

Las cifras lo corroboran. Además del Radar Emprendedor G100, la encuesta realizada por el cuerpo de Innovación de “El Mercurio” durante el EtMday 2025 (ver edición del 27 de noviembre) mostró que la gran mayoría de los emprendedores identifica el acceso a financiamiento como el principal obstáculo para avanzar. Algunos apuntan a la lentitud de los procesos, otros a los requisitos inalcanzables, y un grupo creciente menciona la falta de alternativas no bancarias que se ajusten a su etapa de desarrollo. Independiente del matiz, el diagnóstico es transversal: el sistema financiero hoy no conversa con la realidad de los emprendedores chilenos.

Para Gloria Tironi, presidenta de G100, esto no es solo un problema financiero, sino un riesgo para el dinamismo económico. “Estamos dejando que miles de negocios operen al límite todos los meses. La falta de financiamiento empuja a muchos emprendedores a trabajar con sus propios recursos, frenando cualquier posibilidad de crecimiento”, advierte. En un país donde más del 90% de los emprendedores tiene un negocio activo, pero la mayoría factura menos de un millón de pesos mensuales, afirma que el crédito no es una herramienta de expansión: es la línea que separa la continuidad de la paralización.

Welch coincide, y plantea una agenda más amplia: la necesidad de avanzar hacia una portabilidad financiera profunda, “al estilo de la telefonía móvil”, que permita a cualquier empresa cambiar de institución con menos fricción. Abrir esa competencia obligaría a bancos y fintech a ofrecer mejores condiciones y productos más flexibles, algo que, según él, hoy está lejos de cumplirse.

En esa misma línea, José Gabriel Carrasco apunta a que la propia estructura del mercado muestra que falta competencia: “Cuando tú ves en Chile la rentabilidad que tienen los bancos, está por sobre muchas otras latitudes. Cuando en una industria hay sobremárgenes, significa que la competencia no ha sido capaz de balancear los excedentes para que queden equilibrados entre el consumidor y los oferentes”.

Para Sebastián Kreis, el diagnóstico es similar desde la vereda de las fintech: “Al final, todo depende de dos cosas, yo creo. Uno, de cómo le vaya a la economía, y dos, que haya más competencia. Eso es clave”.